Sr. Presidente Hugo Chávez
Sé que usted leerá esta carta,
porque más que hablar de Venezuela le quiero decir lo que como ciudadano/a estoy en el compromiso de expresar.
En cinco líneas quien soy, me
dedique a estudiar toda mi vida, vengo de una familia con enormes problemas
estructurales, me desarrollé laboral e intelectualmente, hoy día soy
investigadora reconocida por el PEE, doy innumerables conferencias, escribo y
me dedico a la consultoría para afrontar lo cotidiano.
Es decir, no vivo de la investigación,
aún cuando el Estado reconoce formalmente mi profesión: Soy investigadora
acreditada. Ninguno de los proyectos de nuestro Centro de Investigación fue
aprobado, no sabemos por qué. Por cierto, mi proyecto la WikiSqela plantea una
innovación educativa, y una nueva manera de construir conocimiento, rompe con
el concepto tradicional del libro y aportaría una nueva práctica pedagógica al
Proyecto Canaima.
Mi línea de investigación es
educación y tics, he formado cientos de docentes y tengo el honor de ser
docente de la UNEFA. Estoy convencida que vivimos un cambio de época y no de
generación, por tanto, todos estamos incluidos en la transformación de nuestra
cultura, no creo en la exclusión, sino en las diferencias (le invito a revisar
este término diferenciación inclusiva).
Durante los últimos días recordé
dos frescos de la Catedral de Siena, dos alegorías, una del buen Gobierno y
otra del mal Gobierno.
En tal sentido, considero que
usted ha tenido que manejar enormes complejidades y que es urgente reinstituir
la ética del Estado como un todo, no podemos decir que, un buen gobierno es aquél
que no castiga la corrupción y es
ineficiente, pero tampoco podemos
decir que no es un buen gobierno aquél que se ocupa de los más desposeídos y de
la erradicación de la pobreza. Usted hoy día vive en esa paradoja.
No obstante, lo escuché hablar de eficiencia, y en
tal sentido, espero a partir de su nueva gestión que despida a todos los
ineficientes que le hacen ver de su gobierno, un mal gobierno, que sea usted
quien denuncie la corrupción en el seno de su gobierno y que al parecer ya no
es necesaria tanta confrontación, discurso de negación del contrario y mucho
menos ideologías que nada tienen que ver con la nueva época; la eficiencia es
un término concreto, término que alude al trabajo y a la gestión que va mucho
más allá q ser eficaz, este último, lograr los objetivos, independientemente,
del manejo de recursos, es decir, puede ser eficaz sin ser eficiente. Un buen
gobierno requiere ambas cosas.
He definido a un líder como “…aquél que sabe armonizar lo
opuesto, lo diverso y lo contradictorio”, términos que parecen sinónimos, pero
que no lo son: los opuestos son idénticos en naturaleza y difieren sólo en
grado, lo diverso alude a lo múltiple a todo lo que es diferente y lo
contradictorio parte de la negación del otro.
Fortalecido políticamente, un
buen gobierno abre sus puertas a todo aquél que sea excelente, un buen
gobernante se rodea de lo mejor y lo mejor no es quien le rinde pleitesía, ni
quien le profesa lealtad; es aquél que le aporte nuevas perspectivas, que lo
saque de su espacio de confort, que
lo inste a hacerlo cada día mejor, con quienes se dignifique en el diálogo y en
la acción.
Las buenas intenciones no son
suficientes, y no le estoy hablando desde una mirada cándida, ni complaciente.
Le hablo de quién le exige que gobierne para mí también.
Estoy convencida que las tareas
que requieren superar condiciones adversas, forjan una determinada manera de
ver el mundo, en lo personal coincidimos en librar tragedias, que no es lo
mismo que manejar problemas. Usted acepta o no una tragedia, la cual en la mayoría
de las situaciones produce penas insondables, los problemas son aquéllos que
tienen solución, las tragedias se transitan. Sin embargo, he podido vivir al
menos la dilución de una de ellas, pero con un esfuerzo que superó en creces mi
arrojo.
Dicho esto, un buen Gobierno
requiere de Gobernantes que comprendan y sepan interpretar el tamaño de su responsabilidad,
que su actuar vaya en sintonía
como sí se tratase de una tragedia, ya no personal sino colectiva, en este
caso, equivocarse pasa por ser generador
de tragedias colectivas: más pobreza, más deterioro, más anomía.
Por último, la prognosis es un
excelente recurso, podríamos interpretarla como hacer presente el futuro, y no pronótico que es proyectar el
pasado. Frente al cambio de época que le señalé al comienzo, le invito a
recrearse en Futuribles que nos conduzcan a un país posible, lleno de
oportunidades, que de cabida al emprendimiento, a la innovación, a un país
educado, seguro y digno.
Salud Sr. Presidente,
respetuosamente.
Sybil Caballero.
La Victoria 8/10/2012-